15 DicNuestra propia medicina
Por Gustavo Di Costa, arquitecto, para la revista digital Expert@s Dap.
La práctica profesional del diseño dentro de la Arquitectura demanda una constante actualización tecnológica, a efectos de acompañar la creciente oferta de nuevos y originales procesos, sistemas y productos. ¿Existen similitudes entre la ciencia médica y la arquitectura? Veamos…
El 25 de abril de 1906, en Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, nacía Frank H. Netter.
Este nombre, más tarde, sería reconocido en el mundo de la medicina por representar una equilibrada simbiosis entre Doctor y artista plástico, quien obtuvo el reconocimiento de sus pares por su “Atlas de anatomía humana”, obra utilizada masivamente por estudiantes de medicina dada su calidad pedagógica e iconográfica.
De esta forma, el “Atlas de Netter” se constituyó en un documento fundamental, capaz de brindar datos realmente esclarecedores en cuanto a difusión de ideas y preceptos médicos. Netter no era solamente un eximio artista, particularmente dotado para divulgar sustanciales aspectos de la medicina, sino también, un lector de la realidad profesional.
En el prólogo de su Atlas, escribió “… es importante conseguir un equilibrio adecuado entre la complejidad y la simplificación. Si los dibujos son demasiado complejos, pueden resultar difíciles y confusos al leerlos; si se simplifican, es posible que no resulten definidos adecuadamente o sean incluso engañosos. Por ello, he apostado por un término medio de realismo sin la confusión de las minuciosidades. Espero que los estudiantes y miembros de las profesiones médicas y paramédicas encuentren las ilustraciones fácilmente comprensibles, a la vez de instructivas y útiles”.
Mirando las imágenes del Doctor Netter -las cuales ilustran las presentes reflexiones-, traté de trazar un virtual paralelismo entre la tecnología que abunda en la actualidad para documentar diferentes etapas de una obra de Arquitectura.
¿Cuáles son los objetivos perseguidos a la hora de comunicar a interlocutores técnicos la forma de realizar un detalle constructivo?
O acaso, ¿no es para un especialista en medicina un detalle constructivo del cuerpo humano un dibujo de meninges y encéfalo realizado con el virtuosismo que Frank H. Netter le aportaba a esta herramienta?
¿Ponemos el mismo empeño en comunicar nuestros detalles o los sintetizamos a burdas copias las cuales se empequeñecen o agrandan ante la escala de ploteo, sin dejar demasiadas precisiones?
Netter dibujaba a partir del conocimiento y la “expertice”, de lo que había aprehendido a lo largo de su formación como especialista en medicina. No era simplemente un artista capaz demostrando -a través de sus dibujos- una realidad “virtual”, sino un experto, minucioso del detalle y un profundo conocedor de la esencia de su materia.
Imaginemos que el Dr. Netter, por desconocimiento, dibujara un esternón a la altura del tobillo. Seguramente su arte hubiera traicionado a la técnica médica…
La estrategia del Detalle Constructivo, es uno de los elementos reveladores del cambio en el lenguaje constructivo. Vale recordar que hacia el año 1955, en la Facultad de Arquitectura de Córdoba, con el arribo de profesores italianos, principalmente, Ernesto La Padula (representante de un sólido racionalismo), y Enrique Tedeschi (de la corriente organicista), se impulsó el diseño y análisis profundo del Detalle. Este hecho conformó una etapa clave dentro de la enseñanza de la Arquitectura en nuestro país.
Un proceso sistemático de diseño debe permitirnos “ver” en cada edificio su particularidad y complejidad, a la vez de su estructura organizativa y constructiva. Como el Atlas de Netter en relación con el cuerpo humano.
Finalmente, estimado lector, les dejo dos detalles, uno del Dr. Netter y uno de Le Corbusier. Ambos preocupados y ocupados en preservar los productos de sus obras.